Gran día nos esperaba, después de haber dormido un poco de “aquella
manera” sobre todo por el frio, nos dispusimos a hacer la mochila y desayunar,
evidentemente repetimos desayuno y lo que no sabíamos es que haríamos lo mismo
casi todo el resto del viaje, huevos, patatas cocidas, dos tostadas de pan duro
y mantequilla con una especie de mermelada híper mega dulce.

Salimos temprano, ya esa noche mientras cenábamos conocimos a
Brad y Jacob, padre he hijo (10 años) que intentarían al igual que nosotros
llegar al campo base del Everest, Jacob es un chico especialmente fuerte que
siempre llegaba el primero al resto de pueblos del camino. También conocimos a
Michael, un chico Australiano muy amable, y también conocimos a sus guías.

Estuvimos andando durante mucho tiempo aunque la verdad que
el camino de momento no se hacía duro, los paisajes eran espectaculares y en
cuanto el día despuntó, salió un sol súper agradable que nos hacía estar de muy
buen humor y con bastantes ganas de todo. Se nos aventuraba muy buen tiempo
durante el trek y la verdad que lo que veíamos a nuestro paso era espectacular,
todo absolutamente, era la época del rododendro (árbol típico de Nepal) que
además estaba totalmente florecido.

Nos encontrábamos muchas aldeas, todas preciosas, muchas de
ellas en plena construcción, allí no se sabía que era la crisis del ladrillo,
entre otras cosas porque usaban madera y piedra, y además el paso turístico
hacia el Everest las hacían ser aldeas prosperas. Habían muchos lodges a cada
poco, paramos en uno de ellos a tomar un MilkTea y en nuestro primer punto de
control, Isword (el guía) se encargaba de todo el trámite mientras nosotros disfrutábamos
como enanos con los niños de por allí, sacamos el gofio dulce que llevábamos
gracias a mi amiga Leo y su madre, y a pesar de que al principio no estaban muy
seguros de si probarlo o no, en cuanto el primer valiente puso ojos de “ESTO
ESTÄ BUENÍSIMO” todos empezaron a poner la mano, el aspecto no les llamaba la
atención, pero el sabor les gustaba y así lo hacían ver.

A las tres horas más o menos empezamos a notar las piernas,
se iban cargando conforme íbamos cogiendo altura. Ya estábamos a unos 3.100
metros, pensábamos que nos quedaba poco cuando vimos un pequeño
poblado como a 150 metros por debajo nuestro, junto a un rio, recuerdo pensar…
si bajamos hasta ahí después tendremos que subir esos 150 metros más los que
nos quedaban hasta los 3440 que estaba Namche… Me vine un poco abajo y pregunté
al guía si todo iba a ser así, a lo que me respondió “Si, más o menos si” o eso
le entendí yo.
Al rato de estar bajando por una ladera interminable rodeada
de bosque, llegamos a ese poblado, llevábamos 3 horas y media andando más o
menos y por fin llegó la merecida parada para comer. Comimos bastante bien y al
rato y tras tomarnos un café aguado, empezamos a caminar nuevamente.

No sé cuántos puentes pasamos, muchos, pero ninguno como al
rato de estar andando vimos. Ante nosotros el mítico puente Hillary, el de las
películas, súper alto, como lo imaginaba, o incluso algo más. Espectacular y
una sensación de alegría me invadía, había soñado con cruzar ese puente
muchísimo tiempo, lo llevo viendo desde que era niño, no me podía creer que en
un rato iba a estar cruzándolo. Por encima del puente Hillary quedaba una
montaña muy grande que teníamos que rebasar y justo después… bueno unos kilómetros
después estaría Namche. El cansancio pasó a un segundo plano. No sé como pero subí
muy rápido hasta donde comenzaba el puente, la sensación de cruzarlo es
inexplicable
y más aún cuando pega
fuerte el viento como pegaba, está en plena garganta entre dos montañas entre
tierras sherpas, un espectáculo, parece que vas a volar como una cometa,
sensación única que me guardo en la mente y el alma para siempre.
 |
| Hillary Bridge |
Después de sacar muchas fotos y algún video continuamos, lo
que veíamos durante el ascenso por aquella montaña nos desmoralizaba, al menos
a mí, cantidades de sherpas subiendo por una colina cargados de mercancía, y por
la que a mí me costaba muchísimo tirar de una mochila de12 kilos. Se hizo muy
pesada esa subida, a cada dos por tres teníamos que parar para dejar pasar un
sherpa o para que pasaran algunos gokyos, cosa que te desmoralizaba más. Al
final otro puesto de control, con un policía que nos miraba de arriba a abajo y
que preguntó a nuestro guía (no sé por qué) que si éramos luchadores… No me
pregunten por qué, no tengo ni idea, la lucha libre es muy popular allí y nos
vería caras raras o algo.
 |
| Sherpa |
|
Tras un descansillo de unos minutos para beber y comernos
alguna barrita energética recorrimos la última parte del camino, habíamos
llegado a Namche. Un inmenso pueblo Sherpa empotrada entre montañas, recoge el
nombre de los bazares que inundan el pueblo por todos lados, nos recibía con un
sol que le daba un espectacular aurea santa, a pesar de los terremotos del año
anterior estaba bastante recompuesta, trabajaban todo el día para restaurar el
poblado y de paso mejorarlo.
Habíamos llegado al paraíso de las montañas, al oasis de
lujo, donde estos eran, poder bañarse, comprar lo que quisieras o hiciera
falta, donde había internet asequible, enchufes, y donde podías hasta sacar
dinero, tomarte un café en un Irish Pub o un trozo de tarta en una cafetería guapísima.
Pequeños lujos de los que no nos daríamos cuenta que lo eran hasta mucho más
adelante… Namche fue el último pueblo donde me duché por última vez hasta la
vuelta, donde me volví a duchar y donde Namche se hizo leyenda. Por cierto una
cosa es no ducharse y otra no asearse, las duchas de agua caliente de Namche se
convirtieron en rápidos y fríos momentos de toallitas húmedas con las que me “lavaba”
podría ahorrarme contar todo esto pero es la realidad, es lo que hay.
 |
| Namche Bazar |
Ese día
recuerdo descansar, beber Milk Tea en el Lodge, salir a ver el pueblo, comprar
cosas para los niños, pelotas, caramelos, galletas, etc… dimos material
escolar, paramos a tomar café del bueno, compramos alguna cosilla y hasta nos
quedamos posteriormente viendo el Real Madrid en un pub hasta las 2 de la
mañana, una locura en la montaña, esa fue la última vez que vi perder al Madrid
hasta el otro día contra el Sevilla en liga, una pasada.
 |
| Calle en Namche |
|
Al día siguiente nos esperaba un día emocionante y con
sorpresa, pero para no extenderme más en esta entrada la dejaré para la próxima
publicación. Namche Bazar, un sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por participar en este blog!