sábado, 19 de mayo de 2018

Negativo Kala Patthar. Positivo Pangboche.

Hacia Periché
Empezábamos el descenso después de haber conseguido el objetivo. Lo siguiente ahora era bajar de ahí arriba sin problemas. Aunque parezca lo más fácil no lo es. Durante el ascenso, las ganas, la adrenalina y las fuerzas para llegar al campo base son muy fuertes y te hacen aguantar, llevar el cuerpo al límite y aun así tirar hacia adelante como se pueda. La vuelta es complicada porque ya el cuerpo está muy quemado, el cansancio es enorme, las ganas y la razón del objetivo ya desaparecen, como la adrenalina.

Este día debería haber sido el día en el que hiciéramos cumbre en el Kala Patthar. El ascenso comenzaba a las 05:00 de la madrugada, por lo que había que levantarse a las 04:30. Yo directamente le dije a Isword que si sabía contar… conmigo que no contara, no me iba a levantar a esa hora después de todo lo que tenía encima ni de broma, estaba muy reventado y me sentía incapaz de hacer cumbre ese día en el Kala Patthar, entre otras cosas porque después deberíamos empezar a descender hacia Pheriché y eso era una paliza ya en si mismo. Romen intentó levantarse, pero estaba malo del estómago y solo se levantó para hablar con Isword y cancelar el ascenso. Después volvió a la habitación para descansar una rato más.

Nos levantamos como a las ocho de la mañana, desayunamos y tras preparar todo comenzamos el descenso. Lo que habíamos tardado tantos días en subir ahora lo bajaríamos en menos dela mitad de tiempo, al descender el cuerpo con “sobredosis” de glóbulos rojos debido a los días en altura, transportan muchísimo más oxígeno y mucho más rápido, por lo que te sientes mucho más fuerte y menos cansado según van pasando las horas.

Llegamos como a las 3 horas a lo que yo bauticé como el desierto de Pheriché, a pesar de ver el pueblo de Pheriché a lo lejos tardamos como unas dos horas en llegar, parecía interminable a cada 10 pasos parecía que el pueblo se alejase más. Recuerdo parar en una pequeña aldea de 5 casas con terrenos donde se criaban Jacks, la familia que allí vivía estaba en pobreza total, decidimos darle unas 1.100 rupias (entre 16 y 18 euros) la cara del hijo mayor que nos cogió el dinero era espectacular… no sé qué significaba aquel dinero para ellos, pero imagino por la cara de este chico, que era muchísimo.
Al poco tiempo llegamos a Pheriché donde Isword nos tenía un plan. Podíamos elegir entre para allí a pasar el resto del día descansando y haciendo noche, o seguir hacia Pangboche y ahorrarnos al día siguiente 2 o 3 horas de camino. Nos sentíamos fuertes debido al descenso y teniendo en cuenta que al día siguiente nos esperaba un descenso larguísimo hasta Namche Bazaar (unas 7 horas) no tuvimos muchas dudas, continuábamos.

Una de mis fotos preferidas. Desierto de Pheriché.
Tras parar para comer allí y tomarnos un café proseguimos la marcha, hicimos unas cuantas fotos, el humor había cambiado y ya volvíamos a reírnos por cualquier tontería. Estábamos muy bien de ánimos y más sabiendo que estábamos recortando tiempo para el día siguiente. No mucho tiempo después llegamos por fin a Pangboche, nuestro destino ese día, estábamos a 3.985 m y nos había cambiado la vida. Al llegar al lodge de Pangboche nos encontramos con una familia estupenda que lo regentaba. Nos trataron súper bien, tenían tres hijos, una chica que ayudaba a la madre en la cocina en todo momento, un chico que hacía de camarero y otro pequeñito súper simpático. Con estos dos últimos fue con los que más interactuamos, los chiquillos flipaban y hasta jugamos a las cartas. Al pequeño le dimos ropa de mi hija, un gorro y unos lápices de colores. Los aceptó encantado.
Pheriché
Salida de Pheriché
Esa noche nos enteramos de que a un australiano que estuvo junto a nosotros en casi todo el ascenso y que estaba muy fuerte lo tuvieron que evacuar directamente a Katmandú por un edema pulmonar importante. Allí no la jugábamos incluso al bajar, aún estábamos en tiempo de “pagar” el esfuerzo del ascenso hacia el campo base, pero no pensábamos en ellos hasta cuando nos llegaba alguna noticia como esta. Nos acomodamos en la habitación, nos pusimos cómodos y fuimos a cenar.

Nos encontrábamos muy bien y con ganas de llegar de nuevo a Namche para una buena ducha con agua caliente.
La felicidad que sentí esa noche no se puede explicar con palabras. Esa noche para mayor bienestar nevó y se puso todo precioso, mientras cenábamos y jugábamos a las cartas, nos encendía la estufa de leña, hablábamos con familiares vía wifi y veíamos como nevaba tras la ventana. Todo perfecto.   
Lodge Pangboche

Pasillo del Lodge. "Lavabo" a la izquierda.


Habitación.

Hermanos, hijos del dueño del Lodge



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por participar en este blog!