sábado, 5 de mayo de 2018

I have a dream. MLK


Día 12 de abril de 2016. Día para mi historia, día que se quedaría tatuado en mi vida para los restos.
Salida de Lobuche
Era el día más importante de todos. Aquel día intentaría alcanzar mi sueño, la razón de mucho esfuerzo, la razón de este blog. Todo lo que había estado planeando durante más de un año y lo que llevaba rondándome muchos años la cabeza, tenía este día su final.
No iba a ser fácil. Desayunamos como pudimos, con un sueño infernal ya que me costó muchísimo dormir, orinando en botellas para no salir de la congelada habitación, con mi compañero de expedición malo del estómago y sin oxígeno, que al menos a mí me hacía despertarme repentinamente con el típico sueño de que te mueres. Después de todo, de empaquetar, de prepararnos y de preparar las mochilas para el día, salimos al último treking en altura. Recuerdo perfectamente que nada más salir del Lodge, como a unos 10 minutos ya estaba cansadísimo, las piernas me pesaban más que ningún otro día, todavía nos quedaban casi 8 horas de camino total y no veía el momento de sentarme a descansar. Me auguraba un mal presentimiento esta sensación de agobio y de cansancio.
Caminando, frente a nosotros, el Pumori.
Este día debíamos llegar primero a GorakShep, el último asentamiento antes del campo base y antiguo campo base del Everest. Con esa primera meta en la mente daba paso tras paso, a lo lejos vimos el típico cartel amarillo con letras rojas que nos indicaba la dirección del campo base del Everest, un cartel muy típico y muy fotografiado, pensé en hacerme una foto a la vuelta (no fue así)
Llegando a GorakShep
Tras horas de caminata por un terreno compuesto solo por piedras, muy escarpado y por donde en algunos tramos corría bajo nuestros pies mucha agua, llegamos a GorakShep. Llegué con las orejas muy calientes, síntoma de que estoy muy fatigado, apenas podía respirar, solo me quedaba la alegría de estar en nuestro primer destino del día, pararíamos a comer y tras un breve descanso y después de dejar las mochilas en la habitación saldríamos hacia nuestro destino final. No recuerdo que comí, pero sé que se me pasó volando, apenas recuerdo que hicimos en esos momentos, se me iba la cabeza totalmente y tengo lagunas sobre qué pasó exactamente en aquellos momentos.


Después de descansar un poco y tras reposar algo la comida salimos hacia el campo base, Ram dejó las maletas y se ofreció a llevar nuestra mochila por lo que juntamos cuatro cosas que había en la mochila de Romen y en la mía y se la dejamos a él. Íbamos a terminar el resto del camino sin peso en la espalda. Comenzamos a andar, y de verdad yo ya no podía más y aún quedaban como mínimo tres horas y unos 40 minutos andando. Todo el camino se realizaba sobre la morrena del Glaciar del Kumbu, era impresionante ver como la montaña se había desplomado sobre el glacial el año anterior en el terremoto que asoló Nepal, después de eso, Glaciar y montaña se juntaron y lo que se apreciaba era un cúmulo de ambas cosas, tanto que en según qué sitios no se podía distinguir que era montaña y que glaciar.
Visualizando todo el Glaciar del Kumbu, al fondo el Campo Base.
Cerca del Campo Base, arriba al fondo el Everest.
Por fin y después de mucho tiempo andando podíamos divisar a lo lejos el Campo Base, un montón de casetas se divisaba al fondo del glaciar. Estaba lejísimos, yo ya iba arrastrando los pies, me quedé solo con Isword, ya que Romen se fue adelantando poco a poco hasta que lo perdimos de vista. Así llegue casi al final, no podía más, unos 300 o 400 metros me separaban del objetivo, pero yo ya no podía más, no podía respirar, las piernas me temblaban de lo rotas que las tenía, apenas podía encadenar 3 pasos seguidos, no daba para más mi físico. Recuerdo mirar en ese momento la cima del Everest que se podía ver desde donde estaba y pensaba que era imposible que nadie hubiera llegado allí alguna vez, imposible, no me creo de verdad que alguien haya podido pisar esa cumbre alguna vez en la historia. El Everest te mira y te pisa, te mata como a un mosquito en cuanto te descuides, yo casi podía escucharlo, “O te das la vuelta o te liquido”, yo ya alucinaba, me senté en una piedra, se acabó.

Aquí pensé que se acababa todo.
Me acordé de todo el mundo, de mi familia de mis amigos, de todo lo que había pasado para llegar hasta ahí, de lo poco que me había quedado, Isword no se lo creía, me acordé de mi hija, me hablaba, llegué a escucharla. Tengo que reconocer que llegué a llorar, aunque poco porque del cansancio casi ni podía. Al rato Isword me preguntó si podía seguir, le dije que no, me dijo que respirara tranquilo y descansara, me volvió a preguntar al buen rato, le dije que me encontraba un poco mejor. En ese momento y no sé cómo, logró engañarme con una estrategia digna de un chaval de 8 años, efectiva eso sí, recuerdo que me dijo, bueno si estas mejor levántate, le hice caso, ¿quieres bajar? Me preguntó, con los ojos muy rojos le dije que no, pero no podía más, venga vámonos, me soltó y empezó a caminar, dio dos pasos en dirección a GorakShep y se giró en dirección al campo base,  en esos dos pasos en contra de mi sueño se me vino todo encima, se acabó todo, automáticamente me salió una sonrisa cuando se dio la vuelta, íbamos al campo, lo teníamos que intentar, a mí los pies ya me arrastraban, pero tenía que seguir, recuerdo ver a mucha gente animándome y que no estaba allí.
Campo base Monte Everest
Así como medio ido llegué al Campo Base. Objetivo cumplido, Romen estaba ya allí esperando, yo llegué muy perjudicado, se notaban los 4 años sin hacer absolutamente nada de deporte. Hicimos muchas fotos, algunos videos, respiramos el aire de allí, me intenté quedar con las máximas impresiones y sensaciones posibles, mandé audios a familiares y amigos, saqué una camiseta de mi mujer y mi hija, escribí sus nombres en la piedra. Aun así se me quedaron muchas cosas por hacer, apenas me moví 5 metros a la redonda de aquel montón de piedras y banderas que marcaban la entrada del campo base. Si llego a estar ahora allí me lo tomaría de otra forma, quizás haría más cosas, en fin, tengo una excusa para volver algún día. Después de un rato, no sé cuánto tiempo pasó, 30 o 40 minutos más o menos, nos dimos la vuelta, quedaba regresar a casa, primero a GorakShep a descansar este día que no era poco, la vuelta era como de hora y media. Mismo recorrido de vuelta, ya durante la bajada pensaba que había estado poco tiempo y que las fotos, por muchas que hubiéramos hecho, habían sido pocas.
Hora y 40 minutos después, arrastrándome literalmente llegamos al Lodge, en la foto se nos pueden ver las caras, yo llegué sin ganas de vivir, la adrenalina del momento ya había bajado y en su lugar había dejado paso a la fiebre, algunas décimas me subieron del cansancio. Llegué literalmente destrozado, jamás he estado tan cansado en mi vida, nunca, ni lo más parecido, y desde entonces tampoco me he sentido igual. Descansamos un poco, me “aseé” con toallitas húmedas medio congeladas, me cambié de ropa y me puse una menos sucia, y bajé a coger wifi, a mandar algunas fotos, a contactar con mi familia y a cenar para reponer un poco. Al día siguiente comenzaría el descenso, primero debíamos subir si podíamos al Kalapathar, teníamos que levantarnos a las 04:30 de la mañana para ese ascenso, en teoría se subía por encima de la altitud del campo base, casi a 5.700 metros.
Romen y yo en el Campo Base.

Esa noche mientras cenábamos vimos como al doctor de la expedición chilena que se disponían a subir el Everest le daba una crisis de ansiedad, se asfixiaba y tras dejarle el lodge una botella de oxígeno (de 900 euros) tuvo que ser evacuado de urgencias.
Con toda la Expedición.
Todos nos quedamos a cuadros, se hizo el silencio y las caras del resto de la expedición chilena era un poema, un poema de terror y de incertidumbre. Malo.
Al rato volvió la normalidad, entraba dentro de lo lógico y lo habitual, aunque para algunos de nosotros fuera una cosa fuera de lo común ver como casi se muere una persona delante de nosotros.
Aquella noche nos enteramos que muchos de los que empezaron la expedición junto a nosotros, no habían conseguido llegar al final, incluso alguno tuvo que ser evacuado directamente a Katmandú al día siguiente por forzar la máquina, a mí el seguro ya no me cubría a esa altitud, así que debía de estar tranquilo, descansar bien y aguantar hasta el día siguiente que comenzaría a descender.
No tengo muchos más recuerdos de aquella noche, sé que no la pasé muy bien, aunque con la conciencia tranquila, a gusto, feliz, había cumplido mi sueño, o al menos el que hasta entonces era mi sueño, satisfecho de haberlo hecho bien, de haberle ganado a mi mente y sobre todo a mi cuerpo. Gracias a Isword y a la pasión por ese sueño logré conseguirlo. 
  
Mi cara... un poema.
Para llegar al campo base hay que tener no solo voluntad y fuerza mental y física, hay que tener pasión, te tiene que gustar mucho, de otra forma no es posible llegar. Al menos así lo veo yo.

En el refugio de GorakShep, después de llegar al Campo Base.
El refugio por la noche justo antes de la evacuación del Doctor.


(Si pincháis en las fotos podréis ampliarlas)
































2 comentarios:

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