martes, 29 de mayo de 2018

Rumbo a Namche!

Hoy iba a ser un día bastante especial, después de todo lo pasado y de más de seis días sin ducharme con agua caliente, por la tarde esperaba estar bajo el agua de una ducha en Namche Bazaar. Llegar a Namche se transformaba en una experiencia única. Durante la subida nos habíamos dado cuenta de que este pueblo, cuna de los Sherpas ,era el mejor sitio donde íbamos a estar durante nuestra estancia en Nepal. Cosa que se confirmó en la vuelta.

Sherpa
Preparamos todo por la mañana y nos dispusimos a salir. Desayunamos y nos despedimos de aquella amable familia, empezábamos a caminar, además de estar ya rumbo a Namche, cosa que ya de por sí era un plus, teníamos ante nosotros el tramo del camino más bonito, en cuanto a vegetación, vida animal etc. También había muchos puestos para comprar suvenires. Lo que hizo que el día de caminata pasara mucho más rápido y ameno.

Monasterio Tengbo
No paramos ni para comer, alargamos zancada para terminar comiendo en Namche. Justo antes de llegar conocimos a una niña y su hermano. Aquella chiquilla salió de repente dando un portazo de su casa y hablándole al hermano en tono alto, como recriminándole algo. Estaba muy guapa con su traje de princesa debajo de la chaqueta que le evitaba el frio. Toda despeinada y con un chupete andaba muy dispuesta ella por la zona. Yo que hasta ese mismo día llevaba una vieja muñeca de trapo de mi hija, estaba buscando a una niña “especial” a la que regalársela ya que esa muñeca significó mucho para mi niña aunque ya no le hacía caso, era una muñeca nueva estilo antiguo. Evidentemente y tras descubrir a aquella niña, que me recordaba tremendamente a mi hija, la muñeca directamente pasó a tener nueva dueña, la llamamos y se la regalé. Al hermano le regalamos un estuche y unos lápices que aceptó encantado. Nunca olvidaré aquellos ojos de agradecimiento, flipando por su nueva amiga. Isword, nuestro guía cruzó un par de palabras con la madre que nos miraba desde la puerta de su casa. Le dijo que nos diera las gracias y que era su primera muñeca, cosa que me partió el alma en dos y que guardaría a aquella pequeña en mi memoria para el resto de mis días. No podíamos pasar sin hacernos una foto con ella.

Poco después llegamos a Namche donde me di la merecida ducha de agua caliente, donde merendé, hablamos con la familia y colgamos algunas fotos en redes sociales, salimos a tomarnos un café en una cafetería “lujosa” del pueblo y donde me pegué una cena brutal antes de irme a dormir para descansar lo suficiente para nuestro último día de caminata hacia Lukla al día siguiente. Namche era la hostia, es de los sitios que más echo de menos de Nepal.

Me encantaría volver algún día.





Namche Bazaar




Namche Bazaar

1 comentario:

Muchas gracias por participar en este blog!